Lunes 18 de marzo de 2024

















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por Alain Lipietz | 6 de marzo de 2008

Carta al Sr Presidente colombiano Alvaro Uribe
IDIOMA Y TRADUCCIONES DEL ARTÍCULO :
Idioma de este artículo: Español
  • français  :

    Monsieur le Président Dr. Alvaro Uribe

    Monsieur le Président,

    Je vous écris, après quelques jours de recul, à propos du très grave incident survenu le 1er mars : l’incursion dans le territoire équatorien de l’aviation et des troupes aéroportées, afin de tuer le "numéro 2" des FARC, Raul Reyes, ceux qui l’accompagnaient, et de ramener son cadavre et trois ordinateurs.

Excelentísimo Señor Presidente,
Al cabo de algunos días de reflexión me permito escribirle con respecto al grave incidente ocurrido el 1ero de marzo: me refiero a la incursión en territorio ecuatoriano perpetrada por la aviación y tropas transportadas por aeronaves, con la finalidad de matar al "número dos" de las FARC, Raúl Reyes, y a los que lo acompañaron y de llevárselos junto con tres computadoras.

Seguramente, la protestación indignada del Presidente de la República del Ecuatoriana, Rafael Correa, y la reprobación internacional provocada por esta violación de la soberanía ecuatoriana; totalmente contraria a la legalidad, no le han sorprendido a Usted, y pienso que Usted ordenó o dejó perpetrar este acto, consciente de aquella reprobación. No tengo nada a contribuir a este tema que Usted no sepa ya.

He leído muy detenidamente el discurso del Presidente Correa, como también la respuesta de su Ministro de Asuntos Exteriores a la Señora Canciller del Gobierno ecuatoriano, y varios artículos relativos al contenido de las computadoras.

Es a triple título, Excelentísimo Presidente, que me permito escribirle. Como Presidente de la Delegación del Parlamento Europeo para los países de la Comunidad Andina, como ciudadano francés, y como muy antiguo amigo de Colombia y del pueblo colombiano. Además tuve el honor de tener reuniones con Usted en varias ocasiones y de bien comprender su punto de vista, y esto todavía hace muy poco en Bruselas y Bogotá.

Como Presidente de la Delegación para la CAN, sólo puedo expresar mi total incomprensión ante tanta agresión de un país hacia un país hermana, y esto en plena negociación de un Acuerdo de Asociación entre la CAN y a Unión Europea. Hace pocos días todavía Usted me ha confirmado su voluntad de negociar "de bloque a bloque". ¿Cómo se puede todavía hablar de "bloque" cuando un miembro del bloque toma la iniciativa de lanzar una intervención militar en el territorio del otro?

Como ciudadano francés recuerdo muy bien una guerra atroz que mi país desató en contra del Frente de Liberación Nacional argelino, antes de terminar por negociar con él. Esta guerra se plagó por incidentes internacionales del mismo orden: el bombardeo de Sakhiet en Tunesia, el desvío de un vuelo internacional para capturar dirigentes del FLN... Todos estos actos desacreditaron la diplomacia francesa a tal punto que perdió una guerra que sus militares pensaban haber ganado in situ.

De ninguna manera quisiera negar el derecho del Gobierno constitucional colombiano a responder por las armas a las maniobras criminales de los grupos que la misma Unión Europea inscribió y mantiene en la lista de los grupos terroristas: las AUC, el ELN, y las FARC. Pero ir a incendiar en países vecinos, ya muy perturbados por la afluencia de refugiados colombianos, se inscribe en un orden muy distinto.

Pero hay algo más grave aún - si esto es posible. Me refiero al pueblo colombiano, a los miles de secuestrados y a sus familias, a la posibilidad de la vuelta a la paz en Colombia.

Usted, Señor Presidente, aprobó públicamente un proyecto de "zona de distensión" en Florida y Pradera, propuesta por mediadores de España, Suiza y Francia, con el fin de negociar un canje humanitario.

Ante el rechazo por las FARC del perímetro propuesto, Usted mismo me dijo: "Si no quieren negociar en Colombia, que negocien donde quieran, incluso en el Vaticano!".

Ahora bien, desde hace algunas semanas, las liberaciones por las FARC de ciudadanas y ciudadanos colombianos, senadores o representantes a la Cámara, se van multiplicando. Usted agradeció públicamente a los mediadores que permitieron estas liberaciones de colombianos, liberaciones desde luego portadoras de esperanza.

Es lógico que si hubo mediación, hubo también un lugar físico para estas negociaciones, y que si este lugar no se encontró en Colombia, entonces fue objeto "de acuerdos" territoriales temporales entre las FARC, los mediadores y las autoridades de los países vecinos de Colombia.

Es de notoriedad pública que solamente un dirigente de la envergadura de Raúl Reyes podía concluir tales acuerdos de liberación (Rodrigo Granda, a quien Usted liberó a petición del Presidente Sarkozy, estuvo en una posición demasiado baja en la jerarquía de las FARC para tomar tales decisiones).

Ha sido revelado, por una de las computadoras confiscadas en el campamento de Raúl Reyes, que las autoridades ecuatorianas habían tomado disposiciones para que en este lugar, cerca de la frontera, se negociara la liberación del soldado Pablo Emilio Moncayo, el más antiguo de los prisioneros de las FARC, cuyo único crimen era haber defendido el orden constitucional de su patria.

Quizás sabremos un día si las liberaciones anteriores se habían negociado en el mismo campamento o según acuerdo del mismo tipo.

Lo que es cierto, es que al causar la muerte de Raúl Reyes en este lugar, las Fuerzas Armadas Ejércitos Colombianas pusieron un término a las negociaciones para la liberación del soldado Pablo Emilio Moncayo y seguramente de otros posteriormente. Pienso en particular en la ex-senadora Ingrid Betancourt, cuyas "pruebas de vida" inspiran las más altas inquietudes acerca de su salud a corto plazo.

Excelentísimo Señor Presidente, con todo el respeto que lo debo a Usted, quisiera recordarle el respeto a la lógica y a la humanidad. Usted no puede querer una mediación y matar a los negociadores, no puede llamar a la solidaridad internacional para salvar sus compatriotas, y bombardear los países hermanos que ofrecen facilidades para las negociaciones.

Le pido pensar un momento en la siguiente situación: ¿Qué habría pasado si un mediador importante, un obispo colombiano, un dirigente de la Cruz Roja, un ministro o diputado de un país mediador europeo, había estado esa noche con Raúl Reyes en el campamento facilitado por las autoridades ecuatorianas? ¿Qué hubiese pasado si esta persona también habría sido matado por una bomba colombiana? ¿Qué hubiese pasado si se habría localizado a Raúl Reyes en el Vaticano en plena negociación con emisarios suizos? ¿Habría hecho bombardear el Vaticano?

Siéndome llevado por la preocupación por sus compatriotas que le hago este llamado, Sr. Presidente, no solamente a evitar las confrontaciones militares que pondrían en peligro la vida de los rehenes, sino a abstenerse absolutamente de toda operación violenta contra los negociadores, emisarios o mediadores en la búsqueda de un acuerdo humanitario, que sea en tierra de Colombia, y a fortiori en tierra de otro país soberano.

Reafirmando nuestro compromiso con la paz en la región,
Le saluda atentamente

Alain Lipietz



À noter :

Carte faite par F3rn4nd0 sous licence creative commons.

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