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por Alain Lipietz | 11 de junio de 2018 Apoyo a Gustavo Petro
Paris, 9 de junio 2018 Queridas y queridos amigos de Colombia Llevo más de 25 años enamorado de su magnífico país. Lo he visitado muchas veces, como economista, como ecologista, a la búsqueda de Ingrid Betancourt y de los otros secuestrados, como presidente de la delegación del Parlamento europeo para la comunidad andina, y tambien como simple turista. Conoci el apogeo de los narcos con Pablo Escobar, y luego el crecimiento de las FARC, las negociaciones abiertas por Pastrana, y los años terribles del uribismo. Me felicité y apoye en nombre de la Unión Europea la dignidad de los jueces de la Corte constitucional y de la Corte suprema de justicia, los alcaldes progresistas de Bogotá (como Antanas Mockus o Lucho Garzón), de Medellin como Sergio Fajardo, los esfuerzos en favor de la paz del Presidente Juan Manuel Santos. El coraje político de Gustavo Petro me ha impresionado durante estos años. Le conocí durante la marcha blanca de febrero 2008. Sólo en el seno de la izquierda colombiana, Gustavo Petro se unió sin reserva a la marcha, convocada para la liberación de todos los secuestrados, en manos de las Farc y de los paramilitares. No fue fácil. Gustavo Petro sabía que Uribe instrumentalizaría esta marcha. Pero el humanismo y el compromiso por la paz eran superiores a todos los cálculos políticos. Gustavo Petro fue guérillero a los 17 años. Rápidamente se dió cuenta del estancamiento de esta vía, que no conducía a la justicia. En 1990, abandonó las armas a cambio de una reforma constitucional democrática (la constitución del 91). Pero las fuerzas politicas no supieron aprovechar el momento, y transformar Colombia. Gustavo Petro continuó con obstinación en el marco de la izquierda colombiana un trabajo de aggiornamento. Senador, denunció la penetración de los paramilitares y de los narcotraficantes en el aparato estatal. Sobre todo, fue el primero, de los lideres de la izquierda, en declarar que las Farc ne son “camaradas equivocados” sino que sus métodos aterrorizaban a los colombianos, a la imagen de los cometidos por los paramilitares y los grupos criminales. Lo he indicado: se unió a la Marcha blanca, emocionante movimiento de unanimidad de los Colombianos contra la violencia, a la cual, diputados europeos, habiamos tenido el honor de participar. Fue una ruptura importante con las vacilaciones del progresismo colombiano desde la Violencia. Pero Gustavo me siguió impresionando, impulsando otras rupturas. Y, tercera ruptura, en el caso Samuel Moreno, Petro demostró un apego equivalente a la paz y a la necesidad de honestidad y probidad en la política, exigencia superior a las alianzas políticas, y condición de todo lo demás, de la felicidad de vivir y de la prosperidad. Probidad y coraje político nos son suficientes. Las reglas de juego en estos comienzos de siglo son implacables. – Para enfrentar la competición internacional, los paises tienen que apostarle al factor humano. Gustavo Petro ha hecho de la inversión en salud e educación una prioridad.
Por estas razones, me dirijo a mis amigas y amigos de Colombia, los del campo de la paz, los responsables de ONG de derechos humanos y de protección del medio ambiente, a los alcaldes progresistas y a los sindicalistas campesinos, a los profesores y a los estudiantes a apoyar Gustavo Petro y a votar por él. Y sobre todo, mañana, a trabajar para una Colombia Humana. Hace 70 años con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitan iniciaba la Violencia, que padece todavia Colombia. Alain Lipietz |
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